El príncipe Andrés no participa en la procesión del Castillo de Windsor tras una ‘decisión familiar’
El príncipe Andrés participa en el servicio de la Orden de la Jarretera en 2019. Foto: Peter Nicholls/Reuters

El duque de York se vio obligado a permanecer fuera de la mira pública tras una “decisión familiar” de excluirlo de la tradicional procesión del Día de la Orden de la Jarretera en el castillo de Windsor.

El último desaire para el príncipe Andrés se produjo después de que se informara que tanto el príncipe de Gales como el príncipe Guillermo presionaron a la monarca, de 96 años, sobre la conveniencia de que el príncipe Andrés permaneciera alejado del público por temor a una reacción negativa en uno de los eventos ceremoniales más importantes del calendario real.

Fuentes del Palacio de Buckingham confirmaron que la “decisión familiar” significaba que el príncipe Andrés únicamente estaba invitado al almuerzo y a la investidura de los nuevos miembros de la antigua orden, ambos celebrados en privado. Sin embargo, no estuvo junto a otros miembros de la familia real, que se dirigieron desde el Castillo de Windsor a la Capilla de San Jorge para el servicio del Día de la Jarretera.

La reina, que padece problemas de movilidad, tampoco se unió a la procesión, no obstante, estuvo presente en el almuerzo y en la ceremonia de investidura.

La decisión pareció ser de último momento, ya que el nombre del príncipe Andrés todavía aparecía en una versión del orden del servicio impreso, lo cual indicaba que la intención original era que participara en la procesión. Otra versión del orden del servicio, repartida a los miembros del público fuera de la capilla, omitía su nombre.

Se nombraron tres nuevos miembros: la duquesa de Cornualles, Valerie Amos y Sir Tony Blair, quien fue nombrado caballero acompañante de la orden. La distinción de Blair provocó que alrededor de un centenar de manifestantes de la organización Stop the War se protestaran en los alrededores del castillo antes de la ceremonia, y en un determinado momento corearon: “Tony Blair, criminal de guerra”.

El Día de la Jarretera habría constituido la primera vez que se veía al príncipe Andrés en un acto público desde que asistió al homenaje al Duque de Edimburgo en marzo, cuando acompañó a la reina.

Su ausencia evidenció las dificultades a las que se sigue enfrentando la familia real sobre el papel formal que puede desempeñar, si es que puede desempeñarlo, pues su reputación se vio manchada por su implicación en un caso civil de abuso sexual presentado contra él en Estados Unidos.

Esto ocurre en medio de informes de que está buscando una manera de regresar a la vida pública de alguna manera. El periódico The Telegraph informó que una fuente no identificada dijo: “El título de coronel de los Guardias Granaderos era su título más codiciado y lo quiere recuperar. Como sigue siendo consejero de Estado, también cree que debe ser incluido en los actos reales y de Estado”.

“Lo más importante para él es su estatus de SAR y ‘príncipe de sangre’ y cree que debe ser restituido y que su posición debe ser reconocida y respetada”.

Al príncipe Andrés se le prohibió acceder al balcón del Palacio de Buckingham tras una “cuidadosa reflexión” de la reina durante las celebraciones del Jubileo de Platino de este mes. Fue invitado a la misa de acción de gracias de la catedral de San Pablo, pero no pudo asistir por haber dado positivo a Covid-19.

Se retiró de sus funciones públicas después de una controvertida entrevista en el programa Newsnight sobre su amistad con el financiero multimillonario y delincuente sexual convicto Jeffrey Epstein. En enero fue despojado de su título de SAR y de sus patrocinios militares antes de que llegara a un acuerdo sobre el multimillonario caso de abuso sexual civil presentado por Virginia Giuffre. La mujer acusó al príncipe Andrés de haberla abusado sexualmente cuando tenía 17 años y de haber sido víctima de trata de personas por parte de Epstein. Aunque el príncipe Andrés siempre ha negado las acusaciones, resolvió la demanda con un pago de 12 millones de libras esterlinas.

Como miembro de la orden, distinción que le concedió su madre, el príncipe Andrés habría tenido derecho a ocupar un lugar destacado en la procesión hacia la capilla de San Jorge. No obstante, no cabe duda de que existía la preocupación sobre la reacción al hecho de que el príncipe caminara con sus vestiduras en público, e incluso se temía que fuera abucheado por los espectadores. Se informa que la reina le pidió que se mantuviera fuera de la mirada pública.

Joe Little, director de la revista Majesty Magazine, indicó: “Claramente, la intención era que estuviera ahí, ya que aparece en una de las listas”. Y añadió: “Es interesante que la familia tenga que intervenir en un asunto como este y apartarlo, pero es evidente que eso es lo que se necesita”.

Aproximadamente 4 mil 500 espectadores observaron dentro de los muros del castillo la colorida procesión de caballeros y damas de la orden de la Jarretera con sus trajes de togas de terciopelo azul, capuchas de terciopelo rojo, sombreros de terciopelo negro y plumas de avestruz blancas.

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